1. La actitud de base ha de ser: “voy a intentar entender a mi pareja”.
De nuevo, por obvio que parezca, muchas veces tenemos una actitud de partida inadecuada, queremos transmitir nuestra visión a toda costa, estamos muy confiados y confiadas en que tenemos toda la razón y nos centramos más en los argumentos a emplear para demostrar que el otro no tiene razón que en terminar de entender qué me está diciendo, y, sobre todo, por qué lo ve así. Piensa que cuanto más entiendas por qué tu pareja tiene esos planteamientos, mejor os entenderéis. Recuerda, lo que para ti es lógico y normal, depende, en gran medida de tu historia de aprendizaje, que, por cierto, es diferente de la de tu pareja, con lo que su “lógica” puede ser distinta.
2. El objetivo de la discusión no es estar de acuerdo, no es convencer.
El objetivo es encontrar un punto entre una visión y otra que nos permita estar, a ambos miembros, lo más cómodos posible. No se trata de que ambos tengáis, por ejemplo, el mismo planteamiento sobre cómo gestionar las visitas a familiares, se trata de, entendiendo lo que es clave para la otra persona, cómo puedo acercarme a ello sin que para mí tampoco resulte molesto. De verdad que es un punto fundamental lograr aceptar que no vas a llevar razón porque tu forma de hacer las cosas es la adecuada, si no dirigirse a un punto intermedio donde encontrarse.
3. Expresa lo que piensas y sientes de una manera tranquila.
No discutas si no es respetando unas condiciones respetuosas de comunicación. Aplicad esta regla para ambas personas. No utilices las discusiones para desahogarte o para vengarte de cosas que te hayan molestado. Transmite lo que no te gusta y pide un cambio o propón una alternativa pero no utilices la agresividad (insultos, desprecios, tono elevado…) ni el chantaje en tus discusiones porque te llevará al no entendimiento, a la bronca y finalmente al distanciamiento en pareja.
4. Prepara tu discurso antes de comenzar el debate.
Suena muy artificial, lo sé, pero no me refiero a una preparación con un comité, me refiero a que, al menos, pienses 3 cosas antes de hablar: cuál es tu objetivo en esa comunicación, qué es exactamente lo que te ha molestado y por qué, y qué cambios puedes pedir a la otra persona y qué cambios tienen que ver contigo.
5. Separa los temas y ve uno a uno.
Un gran error al discutir es ir sacando cosas que me han molestado en relación y empezar a abrir puertas y puertas para, al final, estar molestos y no saber ni por qué se ha empezado a discutir. Aborda un tema, no entres en otros aunque te parezca que tienen relación. Cuando hayas cerrado ese asunto, si es el momento, elige ese otro tema que os preocupa. Si es posible, elige momentos o días distintos para discutir sobre esos temas que tenéis pendientes, no sobrecargues un mismo momento con varias discusiones, el estado emocional en el que os podéis encontrar influye en gran medida en el curso de dichas discusiones y una discusión, por bien que termine, suele afectarnos.
6. No finalices una discusión sin valorar y proponer alternativas de solución al problema.
Se discute para algo. Probablemente, algo no te haya gustado y no te gustaría que siguiese ocurriendo. A veces con decirlo no basta, porque puede ser que la otra persona no lo pueda cambiar de manera sencilla, por eso hay que plantear una propuesta de cómo podemos empezar a actuar, ambos, de una manera diferente cuando esto ocurra. También suele ser necesario especificar muy bien qué es exactamente lo que no nos ha gustado ¿la forma en la que me lo has dicho? ¿El hecho de que lo hayas dicho? ¿El que tú lo puedas decir y yo normalmente no lo exprese?