Gestionar las preocupaciones es posible
La preocupación excesiva y la necesidad de control son características definitorias de la ansiedad generalizada. “¿Y si me sale mal el examen? ¿Y si me encuentro mal cuando esté fuera de casa? ¿Y si me echan del trabajo? ¿Y si la relación no funciona? ¿Y si no renuevan el proyecto?…”.Puede haber tantas cosas por las que preocuparse como circunstancias vitales existen: dinero, trabajo, estudios, trayectoria vital, relación de pareja, relaciones sociales, salud, familia e incluso por el hecho de tener un problema psicológico. La cuestión fundamental en todas estas anticipaciones es la incertidumbre, el no tener control o seguridad sobre lo que ocurrirá en el futuro.
Muchas de estas preocupaciones y anticipaciones vienen acompañadas de comportamientos de comprobación o de evitación; cosas que solemos hacer con el objetivo de ganar tranquilidad o de tener sensación de control sobre aquello que nos preocupa: preguntar en exceso, comprobar si lo hemos hecho bien para evitar errores, evitar situaciones que creamos que pueden ser conflictivas en el trabajo por miedo al despido, no hacer determinadas cosas en una relación por miedo a que me dejen, revisar información sobre aspectos que no controlo… y un sinfín de formas de reducir la ansiedad, al menos durante un tiempo, hasta la siguiente preocupación.
A su vez, la ansiedad generalizada puede traer consigo otro tipo de dificultades: problemas de sueño, irritabilidad, dolores de cabeza o dolores musculares, problemas digestivos, etc. Es habitual que aparezcan estas dificultades por la constante activación a la que sometemos a nuestro organismo a lo largo del tiempo. Cuando hablamos de ansiedad generalizada no solemos hablar de un problema de un par de meses, hablamos casi de una forma de vivir, pues las formas de comportarse de manera “ansiosa” se generalizan a muchas circunstancias y contextos de la vida de la persona a lo largo del tiempo.
La causas por las que aparece un problema de ansiedad generalizada pueden ser muy variadas. Muchas personas nos cuentan que sus padres son igual de controladores, que lo han vivido desde pequeños; otros que, por las circunstancias que les han ocurrido en su historia, han aprendido que esta forma de anticiparse y prevenir les ha funcionado; algunas personas cuentan que el exceso de responsabilidad desde muy pequeños les influyó en esta forma de vivir anticipándose al futuro…En definitiva, estar preocupado de forma constante se aprende de diversas formas. La buena noticia es que si tienes una buena motivación, sigues las pautas de tratamiento y tienes la guía adecuada, puedes desaprenderlo y encontrar nuevas formas de estar en el mundo que te permitan encontrar tranquilidad de forma adecuada y disfrutar de tu vida.
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